A todo meter. Una fiesta nunca es un castigo y eso lo sabe muy bien Lindsay Lohan. Lo sabe muy bien Paris Hilton. Lo sabe muy bien Miley Cyrus. La primera de ellas, que se peleó con la segunda e invitó este domingo a su casa a la tercera (la ex Hannah Montana), lo sabe tan bien que se las monta aun en pleno arresto domiciliario, como si en lugar de haber sido sancionada por un juez tras robarse un collar en una joyería hubiese sido liberada… del peso del pasado.
La actriz, que en octubre de 2009 ya había invitado a Cyrus vía Twitter para que la acompañara a un evento de la firma Ungaro –recibiendo la callada por respuesta—, volvió a lanzarse a la piscina vacía en lo que se refiere a Miley, invitándola infructuosamente a su fiesta del pasado domingo. Tampoco esta vez la cantante --considerada ahora mismo la estrella adolescente más rica de Norteamérica, por encima de Justin Bieber, Nick Jonas y Selena Gomez--, se dignó a contestar la invitación de la actriz. No obstante, a pesar de ello la fiesta en la playa de Venice (Los Ángeles), donde Lohan tiene su casa, fue todo un éxito. A la anfitriona no se le vio probar alcohol –lo tiene prohibido por sentencia judicial--, aunque las malas lenguas aseguran que lo vertía a hurtadillas en una lata vacía de coca cola, y se daba sus “buchitos”. Cualquiera sabe.
La ley no permite que la desbordante actriz salga de casa salvo razones médicas, pero no le impide tener invitados ni organizar francachelas. Por su parte Miley Cyrus, considerada en su momento la nueva Lindsay de la farándula californiana por sus coqueteos con la droga y los desnudos, en realidad se cuida más de lo que aparenta. Ocurrió en el día 18 del arresto domiciliario de Lohan. ¿Y qué tiene que ver Paris Hilton en todo esto? (neoclubpress.com)
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